25 septiembre 2005

La mentira que ha destapado el huracán.

Tras el paso de los huracanes Katrina y Rita la mentira que supone la sociedad estadounidense toma relieve. Gentes de buen corazón engañadas por la oligarquía que los domina a base de mantener un nivel sociocultural pobre y ensalzando la codicia y el egoísmo, como si esos fueran valores dignos de defender. No sólo se debe tener en cuenta qué factores pueden incidir en la formación de huracanes de esta gravedad, como el calentamiento global, del que los EEUU, por su negativa a firmar el Protocolo de Kyoto, por un lado, y por ser un país tercermundista en cuanto a desarrollo de la conciencia de conservación de la Naturaleza se refiere, por otro, es uno de los máximos responsables. Si nos fijamos en su sociedad, más allá de la versión distorsionada que tratan de imponernos desde sus medios de comunicación y entretenimiento, vemos que no hay una verdadera Sociedad Estadounidense, sino un grupo de gente divididos artificialmente en clases: la dirigente, minoritaria; la clase media, empobrecida culturalmente y abocada a un consumismo sin razón ni medida; y los pobres, que suponen una buena parte del total de la población (sobre el 13% de ella vive por debajo del umbral de pobreza).
'Somos americanos' gritaba una mujer humilde desde el centro de convenciones de Nueva Orleans. No debe saber que eso importa un pito a los dirigentes salvo en el caso de que necesiten enviar a algún hijo suyo a alguna de las muchas guerras que ese estado acomete. Sólo entonces todos ellos, integrantes de las clases bajas de los Estados Unidos, serán plenamente americanos.
Tampoco nosotros debemos engañarnos: una nación que promueve la desigualdad en el mundo no puede ser benévola con los miembros desfavorecidos de su estructura interna. O quizá es esa la estructura que copian para plasmar en el exterior: seguir oprimiendo al pobre para que sigan existiendo ricos.